Neofuturismo ancestral del postapocalipsis 2022
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9/9 al 28/10
2022
Salta
Artistas:
El futurismo fue una vanguardia europea de principios del siglo XX que tuvo como principal premisa exaltar la modernidad, su admiración por las máquinas y la velocidad generó una serie de discursos y estéticas optimistas por situarse en esa parte de la historia. El futurismo ancestral es una exaltación también, pero admira no al presente que rápidamente es futuro, sino al pasado que se hace presente. Quizás es un intento de rememorar y practicar técnicas de un más atrás para traerlas al presente y así crear un nuevo impulso de futurabilidad. Aparece de diferentes formas el pasado, que se enciende en el presente y deja de ser arqueológico para sacudir el ahora, para ser un tiempo retroactivo.
¿Y si el mundo realmente se quemó? Como narra un mito fundacional del pueblo Toba/Qom en el que las gentes se transformaron en animales después de un gran incendio del que se salvaron al esconderse en una cueva. Más allá de las complejidades del mito, pensar que el mundo ya está quemado, ya está devastado, es de alguna forma un alivio. Porque entonces se desarma ese permanente espanto del advenimiento del fin del mundo para enfrentarnos al hecho de que ya estamos viviéndolo.
¿Desde hace cuánto tiempo escuchamos la palabra “ancestral” para referirnos a saberes pasados? ¿Cuántas generaciones son suficientes para hablar de ancestralidad? ¿Cinco, siete, tres? Lo ancestral ¿es el saber, o la memoria de un saber? En ciertas técnicas y prácticas hay una clave que despliega todo un universo al pensamiento urgente, y se desarman límites y fronteras. La ancestralidad puede ser comprendida como recurso o como herramienta para este final de mundo, un material o una práctica. Las formas son una sucesión de líneas genealógicas de una memoria celular que nos humana. “Humano” es el nombre de una relación, de una cierta posición en relación con otras posiciones vitales posibles. Mientras más retrocedamos en la historia más cercanos y más familiares somos, porque nos acercamos a lo que nos une. El ser humano es un animal que camina el mundo.
Itamar y Bernardo son dos artistas que se trasladan, estudiaron y vivieron en ciudades capitales pero eligieron hace años trasladarse a pueblos pequeños. En la tranquilidad y en esos otros tiempos pueden vivir, criar a sus hijxs, trabajar y contemplar el mundo.
Está circulando un documental sobre el futuro en el que cada capítulo se centra en un tópico distinto. Hay un capítulo dedicado a las plantas, a las plantas “de interior”, que en los últimos cincuenta años cobraron gran importancia en la mayoría de las poblaciones occidentales, en el avance de su “domesticación” o más bien: su crianza. Además de ser un negocio, la convivencia con plantas es muy importante para la psiquis y para vivir la soledad (humanamente). Lo que se está investigando hoy es cómo estas plantas pueden ser alteradas genéticamente para que tengan otros usos, para llegar a un cuidado mutuo con los seres humanos. Plantas que emiten luz, palmeras para exteriores que además de ser faroles se abren como sombrillas cuando llueve, plantas que repelen mosquitos y las enfermedades que estos transmiten, y una infinidad de usos que podrían ayudarnos a repensar el futuro y nuestra relación con otros seres vivos, con todo lo que es naturaleza, que a medida que “avanza” la humanidad pareciera que se va separando cada vez más de lo humano. Ese ir hacia adelante, el avance, nos preguntamos qué pasa si lo que va hacia adelante es el pasado, o mejor dicho: nuestros pasados.
Retomar estas técnicas que presentamos en esta exposición, estos materiales, es retomar una conversación con una parte de la historia humana que, no solo no se fue, si no que convive y está en diálogo con prácticas y tecnologías actuales. Tecnología ancestral para un nuevo futuro.
Vemos que actualmente en el arte latinoamericano predominan las estéticas donde el barro, la piedra, materiales orgánicos son los materiales o recursos protagonistas ¿Por qué usamos estos materiales? ¿Por qué reproducimos estas estéticas? ¿Es lo que tenemos a mano? ¿Estamos construyendo una identidad? ¿Cuál es esa identidad? ¿Se puede ser una sola cosa?¿Quién la reproduce y para quién? ¿Quien nos mira nos define? ¿Hasta dónde podemos rastrear el origen de nuestra presencia? ¿Viene detrás, como a veces nuestra sombra, o nos enfrentamos a ella a contraluz? Aquí, en Salta, ¿quien nos está mirando?